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Temor entre las marcas de superdeportivos y especialmente Ferrari ante el futuro eléctrico que poco


En la era de los dinosaurios el Tiranosaurio Rex dominó la Tierra gracias a sus poderosas fauces, enorme tamaño y fuerza descomunal. El T-Rex desapareció del planeta porque no se supo adaptar, algo que sí hicieron los pequeños mamíferos que acabaron poblando el orbe. Las marcas de superdeportivos repletos de caballos, cilindros, y capaces de desarrollar velocidades desbordantes se están comenzando a sentir como los dinosaurios de Steven Spielberg, esperando la llegada de un asteroide que acabe con ellos, y ese pedrusco espacial ya ha caído: el coche eléctrico. De muy escasa implantación, caros y de autonomía escasa poco a poco van encontrando soluciones a sus limitaciones. El problema para las marcas que basen su producto en mecánicas exclusivamente de combustión interna es que la normativa y reglamentación planetaria, con especial incidencia en Estados Unidos y Europa, empiezan a otear un horizonte repleto de trabas, problemas y limitaciones. Sin embargo, los vehículos impulsados por energía eléctrica tienen cada vez más ayudas y una legislación que los lleva en volandas; el terreno que pisan todos ha cambiado.

Cada vez son más las ciudades europeas en las que el acceso está limitado a coches a excepción de los híbridos o eléctricos que tienen libertad de movimientos, no abonan tasas de acceso, o disfrutan de aparcamiento gratuito. El acoso que muchos países van a recetar a los motores diésel en breve va a limitar mucho las ventas de este tipo de vehículos. En Paris ya ni siquiera pueden transitar por sus calles más céntricas o en lugares como Holanda y Noruega ya tienen planes para erradicarlos antes de 2025. La Unión Europea tiene un borrador de ley que pretende obligar a las nuevas construcciones o casas reformadas a tener puntos de recarga eléctrica a partir de 2019, y al menos un 10% de las plazas de aparcamiento con este tipo de dispositivo antes de 2023. Incluso en Alemania ya hay movimientos políticos y decisiones tomadas para que el 2030 (poco más de trece años) no se pongan a la venta más que coches eléctricos, híbridos o de hidrógeno, y los movidos por combustibles fósiles queden fuera del mercado de coches nuevos de manera legal. Los de combustión no serán erradicados de sus carreteras, pero irán desapareciendo poco a poco dentro de un ciclo vital lógico.

Cavando su propia tumba Ante un panorama normativo tan sumamente borrascoso toda marca de coches que no tenga vehículos de propulsión alternativa y con una tendencia a que poco a poco vayan copando su catálogo está cavando su propia tumba. El problema de las marcas de superdeportivos es que gran parte de su atractivo reside precisamente en las sensaciones que transmiten sus poderosos motores. La exuberante potencia, la aceleración sin límites y sobre todo el bramido de sus propulsores es una de las bases emocionales que hacen a sus propietarios aflojar cantidades que comienzan a partir de los 150.000 euros. La pregunta que se hacen en Maranello, cuna de los míticos Ferrari es ¿quien va a querer un coche de 600 caballos que no suene, que no vibre, y que no transmita apenas sensaciones? Por ello FCA (Fiat Chrysler Automobiles) tiene pensado ir deshaciéndose poco a poco de su firma de bandera, cúspide de un gigantesco grupo automovilístico que se caracteriza por la ausencia de modelos híbridos o eléctricos. Sorprendió mucho a observadores y periodistas que uno de sus últimos modelos presentados, el Alfa Romeo Giulia, una excelente berlina llamada a relanzar una de las marcas más depauperadas del grupo no tuviera ni un sólo modelo con motores ni siquiera híbridos, un contrasentido en el actual panorama.

Mercedes ha desarrollado una marca de coches exclusivamente eléctricos llamada EQ, ya ha anunciado el lanzamiento de un superdeportivo no con un motor híbrido como el que dio su tercer título a Lewis Hamilton el año pasado sino el mismo motor que muy probablemente se lo otorgue a Nico Rosberg esta temporada. Tesla acaba de empezar a contratar personal en España y sus “surtidores de voltios” comienzan a expandirse por nuestro país, McLaren estudia un P1 completamente eléctrico, Porsche trabaja en el Mission, una suerte de Super911 de propulsión eléctrica, y para trabajar en esta línea Lamborghini acaba de sellar un pacto con Volkswagen, firma que ha anunciado un derivado de su Golf completamente eléctrico con 600 kms de autonomía para 2020. Muchos creen que el movimiento liderado por los alemanes no hacen más que preparar su industria para lo que viene, porque las autoridades teutonas pretenden rebajar el índice de emisiones contaminantes a la atmósfera en un 90% de aquí a 2050. Muchos se rieron del Nissan Leaf con sus exiguos 150 kms de autonomía cuando fue lanzado al mercado. Un viaje de Madrid a Toledo con un trayecto de apenas una hora era posible cuando se lanzó, pero difícilmente se podría volver a casa subido en otra cosa que no fuera una grúa. Hoy su autonomía es casi el doble y hay opciones similares como el anunciado Opel Ampera-e de próximo lanzamiento y precio “popular” que promete los 400. Esto se mueve por arriba y por abajo.

Mercado al alza Este cambio no será radical, pero el mercado irá creciendo en este sentido poco a poco como lo hicieron los coches diésel en su momento o ahora los automáticos. En Europa a día de hoy este tipo de vehículos está muy lejos del 1% del mercado, pero se espera siga creciendo en progresión geométrica de aquí a 2030, y chirría que Ferrari, marca emblemática y especialmente señalada no tenga ni un solo plan al respecto, con apenas una tímida presencia híbrida en algunos de sus modelos o a los que se les ha implementado el mecanismo una vez diseñado y puesto en el mercado. Por todo ello a la dirección general le encantaría deshacerse de la firma del o al menos de una gran parte de su accionariado, antes de que sus actuales coches, excelentes, queden relegados a meras piezas de museo, coleccionistas, o un bellísimo recuerdo.

Ferrari va por detrás del mercado como lo hizo el Tiranosaurio hace 65 millones de años, y la verdad es que nadie desea que los pequeños mamíferos acaben dominando el mercado mundial de coches, pero si quiere seguir viviendo tendrá que convertirse en uno de ellos. No le queda otra, el aerolito ya ha caído.

GRUDILEC

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